Los sentimientos afloran a cada minuto y muchas de nuestras labores reflejan sensaciones, experiencias, vivencias y una esencia casi mágica. A través de hilos y puntos, podemos llegar a conocer a las personas.
Es una de las bases más fuertes de mi particular psicología sobre el encaje: nuestras labores son nuestro reflejo. A medida que os voy conociendo, me convenzco más de este hecho. Las y los encajeros mostramos obras de arte en exposiciones, en encuentros, en el día a día en los cursos. Pero lo que no sabemos es toda la magia que hay entrelazada en nuestros encajes.
En las redes sociales siempre os animo a que compartáis el resultado de tantas y tantas horas de esfuerzo, trabajo y constancia. Es un placer para la vista desde la puntilla de aprendizaje más sencilla hasta una puntilla de complicada elaboración. Todos los encajes de bolillos tienen la misma importancia, el mismo mérito.
Como anécdota os contaré que para practicar mis primeros guipures hice una puntillita estrecha con centenares de guipures y cruces de estrella. Evidentemente, no todos están perfectos en esa muestra de aprendizaje. Hice un tapete rectangular, con su tela de hilo y sus bordados, pensando que lo guardaría en un cajón. Mi sorpresa fue que mi madre la luce orgullosísima en su salón. Cuando le dije que no estaban perfectos esos guipures, su respuesta fue: «por eso, hija, que no están perfectos, son los que más mérito tienen, porque son tus primeros guipures». Sentí un impulso enorme de continuar aprendiendo y aprendiendo… Cada vez que entro en el salón de mi casa miro mis primeros guipures de reojo. Me responden como ese amigo que siempre está ahí sonriendóte y que te entiende sin mediar palabra. Entonces una sonrisa aparece en mi rostro.
cruz, vuelta, cruz
Las muestras de aprendizaje son importantísimas, y debemos guardarlas como el más grande de los tesoros, ya que el inicio de nuestra «aventura bolillera» reside en la ilusión de coger los bolillos por primera vez en las manos, de oír ese inesperado y dulce sonido mientras tejemos los primeros «cruz, vuelta, cruz».
No sé si fue una premonición, pero el primer día que cogí unos bolillos e hice mis primeros puntos de lienzo, pedí que me hicieran una foto. De alguna forma, en aquel momento, conecté de manera mágica con aquella labor. Desde ese día, mi vida cambió totalmente.
Aquí os dejo un pequeño video que hice con algunos de mis trabajos. Mucha gente al verlos me ofrece palabras como «alegría», «vitalidad»… ¿Qué sentíis vosotros al verlos?
Cuando los tengo en mis manos siento que son parte de mí.
Os dejo un trocito de mi corazón en cada entrada a la web y un saquito de ilusión para que disfrutéis de las labores.
Raquel precioso el reportaje de foto, me encanta que gran profesora eres, cada día que pasa estoy súper contenta de pertenecer a este gran grupo.
Muy emotivo tu escrito como el video. Yo cuando empecé tenia una gran ilusión pero casi se convirtió en una cruz, la profesora te regañaba sino lo aprendias el lugar de volverlo a explicar, pero ahora lo disfruto mucho. Un abrazo